COMISIÓN PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
ESPAÑOLA
EL ABORTO CON PÍLDORA
TAMBIÉN ES UN CRIMEN
Madrid, 18 de Junio de
1998
PRESENTACIÓN
La práctica
del aborto voluntario es, como dice el Concilio Vaticano II, un "crimen
abominable"1. Algunos, en cambio, han llegado hoy a pensar que
abortar es un derecho. Es muy preocupante esta confusión del bien y el mal.
Todos somos pecadores y hemos de acogernos a la misericordia de Dios. Pero es
particularmente grave que no sepamos distinguir entre lo que nos hace virtuosos
y lo que nos hace injustos.
La Iglesia
no quiere dejar de alzar su voz para desenmascarar el mal y para defender los
verdaderos derechos del hombre, en particular el derecho a la vida. No decimos
hoy nada sustancialmente nuevo sobre el aborto. Recordamos la doctrina de
siempre aplicándola a ciertos fármacos abortivos que podrían camuflar todavía
más la tragedia moral del aborto.
I. UNA PROPOSICIÓN CONTRA LA VIDA
1. La Comisión de Sanidad
del Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad el 26 de noviembre de 1997
una Proposición no de Ley que insta al Gobierno a facilitar en determinadas
condiciones la utilización del fármaco RU-486. Con el debido respeto a nuestros
representantes políticos, tenemos la obligación de denunciar esta decisión.
Resulta incomprensible que una Comisión de Sanidad haga propuestas gravemente
lesivas de la vida humana. La píldora RU-486 no se utiliza para curar ninguna
enfermedad. Su finalidad es eliminar vidas humanas inocentes en las primeras
semanas de su existencia. Es un fármaco abortivo.
2. Esperamos, pues, que el
Gobierno no tome ninguna medida que contribuya todavía más al deterioro del
aprecio y respeto a la vida humana que ya padece nuestra sociedad. Regular el
uso de la RU-486 sería dar otro paso en la abdicación de la gravísima obligación
que incumbe al Estado de proteger el derecho fundamental a la vida frente a
quienes violan la ley natural y divina que prohibe matar. Hay que recordar que
"los gobernantes tienen como deber principal (...) mantener eficazmente la
integridad de los derechos de todos y restablecerla en caso de haber sido
violada." 2
II. EL ABORTO QUÍMICO ES TAN INMORAL COMO EL
QUIRÚRGICO
3. En todo caso, queremos
recordar que el recurso a un fármaco abortivo, como la píldora RU-486, es tan
inmoral como el recurso al aborto por medios quirúrgicos. Cambia el modo en el
que se ejecuta la acción, pero el objeto moral de la misma es, en ambos casos,
idéntico: la eliminación de una vida humana inocente. El crimen no se perpetra
con arma blanca, pero sí por medio de una química
letal.
III. PROBLEMAS ÉTICOS PROPIOS DE LA PÍLDORA
ABORTIVA
4. La píldora abortiva,
aunque no esté exenta de riesgos, incluso graves, para la salud de la madre,
permite que el aborto sea ejecutado de un modo menos traumático y más discreto.
Es verdad que la RU-486 podría ahorrar ciertas incomodidades, pero en modo
alguno evitaría el mal moral del aborto. Al contrario, las circunstancias más
favorables, que parecen facilitar las cosas, traen consigo nuevos problemas
éticos que es necesario tener en cuenta.
5. Al resultar más
sencillo el procedimiento, podría acentuarse la falsa impresión, por desgracia
ya bastante difundida, de que el aborto es un "asunto privado" que concierne en
exclusiva a la madre y, sólo muy secundariamente, a las personas y facultativos
que la asistan. Pero no se debe olvidar que también el padre, la sociedad entera
y, sobre todo, el ser humano víctima del aborto están implicados en éste. La
píldora abortiva podrá camuflar el aborto, pero no despojarlo de su carácter de
crimen ni de las graves implicaciones sociales y públicas que todo crimen
comporta.
6. Otro efecto negativo de
este procedimiento abortivo más sencillo sería que los médicos y el personal
sanitario se sintieran menos seguros de su obligación moral de no cooperar a la
realización de ningún aborto. Hay que recordar que la objeción de conciencia
seguiría siendo aquí tan necesaria como en el caso del aborto quirúrgico. Aunque
la intervención facultativa sea mucho menos visible e incluso llegue a reducirse
a firmar una receta, seguirá tratándose de una cooperación directa a este
crimen, que podría hacer incurrir a quien la prestara en la pena de
excomunión.3
7. Por lo que toca a las
implicaciones legales, la regulación del uso de fármacos abortivos iría, sin
duda, acompañada de un fraude de ley aún mayor del que ya se viene produciendo
en la aplicación de la legislación sobre el aborto. La ejecución más discreta y
sencilla del aborto eliminaría muchos de los controles objetivos que la práctica
quirúrgica del mismo lleva consigo. De este modo, no sólo resultará aún más
fácil recurrir injustificadamente al tercer supuesto de despenalización sin
llamar la atención, sino que se tenderá también a hacer caso omiso de todo
supuesto legal.
IV. LLAMADOS DE NUEVO A ACOGER Y RESPETAR A LOS
HIJOS
8. La utilización legal de
píldoras abortivas supondría un grave paso adelante en la difusión de esa
mentalidad aberrante que considera un logro higiénico y político el llamado
"derecho al aborto", es decir, a disponer de un modo "seguro" y voluntario de la
vida de los hijos que todavía no han nacido. Abre, por tanto, el paso a nuevos
crímenes y a una contaminación mayor de nuestro modo de vida por la "cultura
abortista"4. Llamamos de nuevo a los católicos y a todos los
amantes del ser humano y de la vida a oponerse sin vacilar a esta cultura
mortífera.
9. La actual legislación
sobre el aborto es injusta porque deja sin la tutela necesaria la vida de los no
nacidos. Si, como algunos grupos políticos pretenden, se llegara a incluir entre
los supuestos de despenalización el llamado cuarto supuesto, el Estado
renunciaría prácticamente por completo a su obligación de tutelar la vida de los
niños no nacidos. La inmoralidad aún más radical de esa legislación sería
evidente. Cuando en 1994 se intentaba también introducir ese cuarto supuesto,
advertíamos además de la posible inconstitucionalidad de esa legislación.
Recomendamos la lectura de aquella Declaración que ha vuelto de nuevo a ser de
triste actualidad.5
10. "Nuestro rechazo
público no va contra las mujeres tentadas de abortar ante las dificultades
reales de su vida o movidas por un ambiente cada vez más insensible a lo que el
aborto es en realidad"6. Sin restar nada a la gravísima
injusticia del aborto, la Iglesia comprende a las que ya han recurrido a él,
pues "no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e
incluso dramática"7. Pero tenemos que denunciar el crimen y,
en particular, a quienes lo favorecen por medio de medidas legislativas o
administrativas que dejan desprotegida la vida de los inocentes e inducen a los
ciudadanos a pensar que el aborto no está tan mal o incluso que es un derecho.
La injusta legislación actual debe ser modificada, pero no para hacerla aún más
injusta, sino protectora de derechos fundamentales que hoy se están violando
impunemente.
11. Hay que proporcionar a
las madres tentadas de abortar los apoyos necesarios para que eviten una acción
tan grave contra sus hijos que, además, no va a dejar de causarles a ellas
graves problemas y traumas. El uso de píldoras abortivas sería un camino
equivocado. Las hundiría más en la miseria moral del aborto. Hay que ayudarlas a
acoger a sus hijos, no a eliminarlos. Hay que ayudarlas a criarlos y educarlos
cuando tengan dificultades económicas o de otro tipo. Y hay que facilitarles dar
a sus hijos en adopción cuando lo deseen. Son miles las familias españolas
dispuestas a acogerlos con cariño y dedicación, deseo entorpecido no pocas veces
por procedimientos legales demasiado complejos que hay que
agilizar.
12. Estamos convencidos de
que la aceptación social del aborto es uno de los mayores signos de inhumanidad
y de decadencia moral de nuestra sociedad. Por eso hemos hablado en diversas
ocasiones en contra de este fenómeno tan preocupante 8. No
porque tengamos algo contra la verdadera libertad, sino porque estamos contra la
injusticia, contra la "ley del más fuerte", y a favor de la vida de los hombres,
que es la gloria de Dios. Quebrantar el mandato divino: "no matarás" (Ex 20, 13)
y contravenir la ley natural que nos pide respetar la vida humana no es en
realidad actuar con libertad, sino con un gravísimo despotismo sobre los
hermanos que esclaviza a quienes así actúan.
NOTAS
FINALES
1.-
Const. Gaudium et spes, 51.
2.- JUAN XXIII, Enc.
Pacem
in terris,
62. Cf. LXV
ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instr. past. Moral y
sociedad democrática, BOCEE 50 (19-IV-1996). Allí se dice que "el que una
ley haya sido establecida por mayoría o incluso por consenso, no basta para
legitimarla. La Iglesia ha defendido siempre que la autoridad necesaria para
legislar y gobernar procede más bien de su ejercicio según la recta razón"
(27).
3.- "Quien procura el
aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae" (CIC
1398)
4.- JUAN PABLO II, Enc.
Evangelium Vitae, 13.
5.- COMISIÓN PERMANENTE DE
LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Declaración Sobre la proyectada nueva "Ley
del aborto" (22-IX-1994), en BOCEE 44 (21-XI-1994) 159-161; en Editorial
EDICE, nº 20 y en Ecclesia 2704 (1-X-1994)
1458-1459.
6.- Declaración citada en
la nota anterior, nº 3.
7.- JUAN PABLO II, Enc.
Evangelium Vitae,99.
8 .- Además de la
Declaración ya citada de la Comisión Permanente, véase XLII ASAMBLEA PLENARIA DE
LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Actitudes morales cristianas ante la
despenalización del aborto (28-VI-1985), en BOCEE 7 (1985) 137-142 o
Ecclesia 2229 (13-VII-1985); COMISIÓN EPISCOPAL PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Fe
y moral. Documentos publicados de 1974 a 1993, EDICE, Madrid 1993, 7-13 y
COMITÉ EPISCOPAL PARA LA DEFENSA DE LA VIDA,El aborto. 100 cuestiones y
respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos
(25-III-1991), en BOCEE 8 (1991) 99-118 o Ecclesia 2524 (20-IV-1991) 604-662
y, como folleto, en diversas editoriales.